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Buenos Aires tiene una oferta teatral demasiado grande y despareja pero entre toda la oferta, a veces hay una joya extraordinaria que queda en la memoria de la ciudad. Y pasan los años y decimos: "yo vi Boda Blanca, yo vi "La omisión de la familia Coleman" o lamentamos: "yo me perdí El pecado que no se puede nombrar". Bueno, ahora me atrevo a decir que va a pasar esto con la enorme, refulgente experiencia teatral El mal recibido, dramaturgia y dirección de Ignacio Apolo. Cuatro actores descomunales y un ritual teatral inolvidable del que participamos rodeándolos, temblando de risa y de angustia. Todos los jueves a las 21 pueden verla. Vayan y cuéntenme todo lo que les pasó. Insisto: es una experiencia única que va a hacer historia.

Elsa Drucaroff​

Una experiencia lanzada y vibrante. Una puesta rigurosa y coral muy bien interpretada, y dirigida desde el centro de la escena por el propio autor. Apolo intenta, y logra, borrar la  cuarta pared del teatro clásico que dice que se deben separar a los actores del público.  En este intento se logra una comunión, gracias  una puesta que utiliza sabiamente el espacio escénico y el texto dramático. Esta propuesta es polémica y seguramente  ese es uno de sus mayores méritos. Que existan distintas  opiniones y miradas sobre un mismo hecho artístico.
Héctor Oliboni, Dionisio​

Necesité varios días para digerir El Mal. Es una obra fuertísima, que te impacta y te afecta sin que uno pueda desentrañar exactamente porqué. Qué hay de tan perturbador o verdadero como para que te haga abandonar el teatro con la sensación de haber recibido un golpe en la frente. Ayer, charlando con Elsa, me di cuenta de que El Mal es una música. Elsa dijo "música polifónica". Yo digo a secas una música. Una pieza. No sé, ponele el nombre que quieras. Y la música entra por canales bastante más irracionales. A menos que seas un experto pedante, no te dedicas a dilucidar porqué determinada composición te causa una determinada sensación. Simplemente sucede. Con El Mal me pasó lo mismo. No puedo procesarla por los canales racionales. Es una experiencia maravillosa que te apabulla, que te tiene sentado frente a los actores como podrías sentarse frente al televisor a pasar canales. Pero ese zapping no es nada inocente. Hay algo de verdad desnuda y revelada. Decir que me gustó es poco.
Ariadna Castellarnau​

Todavía elaboro las distintas imágenes que vuelven a mi cabeza. Si cada obra se completa con la subjetividad del espectador y por el momento particular en que se expone a la misma, El mal recibido es un gran ejemplo de este aspecto del arte. Salí agotada y plena. Maravillosos actores, un gran apuntador y exquisitas albóndigas. Un sacudón artístico.
Nora Brazzola​

Excéntrica, arriesgada, original, pero lo jugoso (y lo que más me gusto) es lo contemporáneo...ese universo de voces tan superpuesto y tan actual me gustó muchísimo.
 

Hugo Correa​

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ESCUCHÁ  a Ignacio Apolo - Entrevista en Ofrendas Urbanas 14/03/13



 

 

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